
Sé que es un nombre muy genérico para unas pastas, pero es que en mi casa siempre fueron las pastas para el café por excelencia. Cuando mis padres tenían la cafetería, eran las que se daban como acompañamiento al café, se hacen con los ingredientes básicos de cualquier pasta, harina, azúcar, huevos y mantequilla y aguantan unas semanas en un recipiente cerrado. En realidad creo que se llaman Shrewsbury, supongo que su origen está en esa ciudad.

Ingredientes (salen unas 30 pastas grandes):
170 gr. de harina
100 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo pequeño
100 gr. de azúcar
una pizca de canela y otra de sal.

En un bol tamizamos la harina

Hacemos un hueco en el centro y añadimos el azúcar

el huevo

la canela, la sal

y la mantequilla en trocitos. Si no está suficientemente blanda, la metemos unos segundos en el microondas, sin dejar que caliente.

Mezclamos bien los ingredientes y trabajamos la masa resultante cinco minutos.

La envolvemos en papel de aluminio y la dejamos en el frigorífico un par de horas, para que endurezca la mantequilla de la masa y aguante mejor el horneado.

Despues de las dos horas, lo primero es encender el horno a 200 grados.
Luego, ponemos la masa en una superficie con un poco de harina para que no se pegue.

Y con la ayuda de un rodillo de cocina la alisamos hasta dejarla en medio centímetro si vamos a hacer pastas pequeñas, o un poco más si van a ser grandes.

Con la ayuda de unos moldes vamos cortando las pastas

y las pasamos a una bandeja de horno con papel vegetal, algo separadas para que no se junten al hornear

Las metemos en el horno durante 15 minutos a 200 grados, no hace falta que lleguen a dorar.

Las dejamos enfriar 10 minutos para que endurezcan un poco antes de quitarlas de la bandeja y, ¡listas para comer!
Aguantan muy bien en un recipiente hermético durante 2 o 3 semanas.
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